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Una ceremonia en la ría

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Javier Sagastiberri

Jueves, 11 de abril 2024

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Mis amigos no lo entienden. ¿Qué hostias hago yo escribiendo sobre algo tan sagrado como la gabarra cuando resulta que no me gusta el fútbol y ni siquiera soy del Athletic? Eso que dicen es cierto, pero con ello no queda todo explicado. Yo también quería que ganaran la Copa y, sobre todo, buscaba emocionarme con el desfile triunfal por la ría, aunque mis razones para desearlo no tengan nada que ver con las de mis amigos.

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Estamos en la terraza de Begoña, uno de esos lugares hoy tan codiciados en Bilbao. Se encuentra frente al Guggenheim y tiene una vista privilegiada. Podría alquilarla, pero ni se le ocurre; hoy es un día en el que el dinero pierde su valor y queda sustituido por algo mucho más grande: compartir una experiencia más allá del tiempo.

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Falta poco para que los jugadores lleguen a nuestra altura. Estamos todos nerviosos, incluso Xela, la perrita de Begoña, y yo. Ninguno de los dos somos bizkainos y más o menos entendemos lo mismo de fútbol, pero también tenemos derecho a emocionarnos. Xela lo hace moviendo frenéticamente la cola y lamiendo las manos de nuestros amigos, y yo bebiendo champán y escribiendo.

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No es la primera vez que menciono a la gabarra en mis escritos. En ‘El asesino de reinas’, mi primera novela, la hago desfilar por la ría, pero los héroes no son Nico Williams ni Aguirrezabala, sino el alavés Toquero y sus compañeros. Entonces comparé la ceremonia con un desfile de triunfo en el Imperio Romano. Ahora es la primera vez en que voy a asistir a este desfile fuera de la ficción.

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Llega la gabarra a nuestra altura. Veo a Iñaki y a Muniain y a otros muchos jugadores de los que ni siquiera sé el nombre. Nos saludan exclusivamente a nosotros, pero sé que todos los asistentes a esta ceremonia piensan lo mismo.

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La gabarra desaparece de nuestra vista. Nos miramos unos a otros satisfechos, con una rara sensación de plenitud. Ocultamos nuestra emoción con brindis y risas. Imagino que todos deseamos repetir la experiencia. A mí me gustaría, para cerrar el círculo de una manera perfecta, que la próxima vez celebremos la misma victoria en la Copa femenina.

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