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Entrevista a Jerónimo Tristante: «Quiero llegar a la gente sencilla y que la gente sencilla lea»

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Jerónimo Tristante es mucho más alto de lo que imaginaba, también algo más tímido. Creo que me hubiera gustado tenerlo de profesor de biología en el instituto.

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Me da la sensación de que un cuentacuentos como él debe convertir las teorías en preciosas historias infinitamente más fáciles de aprender. Y es que a todos nos gusta que nos cuenten cuentos, del tipo que sean.

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Este escritor murciano –en su tiempo libre- es un experto en crear historias valiéndose del pasado y de las aventuras. No en vano, escribe novelas porque no puede permitirse viajar en el tiempo. Víctor Ros se cruzó un día en su camino y desde entonces han caminado juntos no sólo por novelas sino también por la televisión y a razón de los miles de amigos que han hecho en este tiempo, su periplo por las ciudades del mundo aún no tiene vistas de terminar. Víctor Ros y el gran robo del oro español (Plaza & Janés, 2015) acaba de ver la luz. ¿Nos vamos con ellos al Londres del siglo XIX? Quizá nos encontremos con Sherlock Holmes…

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Víctor Ros ha vuelto. ¿Quién es este caballero?

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Víctor es un detective decimonónico, un homenaje que quise hacer a Sherlock Holmes. Se trata de una persona que ha salido del arroyo, un pequeño delincuente al que le gustaba mucho leer y en cuyo camino se cruzó una persona que le orientó a la labor policial.  Es un policía que destaca entre sus compañeros porque en lugar de usar la fuerza bruta, que es lo que se hacía entonces, usa la inteligencia para resolver sus casos, aunque alguna que otra hostia suelta, también es verdad.

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¿Cómo llevan su relación después de cinco novelas juntos?

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Muy bien. La verdad es que es un personaje que a mí me reportó el ser más conocido a nivel nacional y me permitió llegar a más lectores. Después lo he ido alternando con otras novelas de otra temática. Lógicamente, es un personaje que a un cuentacuentos le reporta mucho. Te da más que te quita y realmente es muy gratificante que la gente quiera leer siempre más historias de Víctor Ros.

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En esta ocasión, Víctor Ros y usted se van a Londres, ¿cómo ha sido el viaje para usted?

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Londres en el siglo XIX era la capital del mundo. Era una ciudad maravillosa y fantástica, con muchos contrastes en aquel momento, un lugar al que miraban todos los adelantados porque Inglaterra iba a la vanguardia en la Revolución Industrial. Es un escenario holmesiano y a todos los que nos gustan las novelas de detectives y a los que hemos leído mucho a Doyle, nos llama la atención, porque es el escenario por antonomasia. Me lo pasé pipa escribiendo, documentándome y moviéndome sobre plano, leyendo periódicos de aquella época. Es un lugar delicioso y en la novela se nota y la hace crecer.

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¿Y cómo ha sido el viaje para Víctor Ros?

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Pensé en moverlo por las ciudades más emblemáticas de la época y que fuera un personaje que me permitiera contar una época. Lo llevé a Barcelona, Oviedo, Madrid… los escenarios nacionales se me iban agotando y, además, había otras ciudades maravillosas que yo quería contar de la Europa del momento. He empezado por Londres pero también quiero llevarlo a París, Nueva York…

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Así que aún le quedan viajes por hacer

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Sí, porque no deja de ser una forma que tengo yo de viajar en el tiempo. Si siempre ambiento las novelas de Víctor en la misma ciudad, al final me aburro y me canso. El moverlo me estimula mucho porque tengo que hacer el esfuerzo de documentarme, de familiarizarme con una ciudad determinada y es muy divertido. Aunque también es un reto, siempre es más fácil ambientarlo en Madrid.

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Además de las novelas de Víctor Ros también ha escrito otro tipo de novelas, casi todas ambientadas en épocas históricas y lugares diferentes. 

¿Cuál es su lugar favorito o su época favorita?

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Tengo ciertas épocas que me gustan mucho, como el siglo XIX, el período que hay entre 1936 y 1945, el momento en el que los neandertales y los cromañones coincidieron y la Edad Media. Esas son las épocas que más me gustan y sobre las que más disfruto escribiendo. Las demás no me seducen tanto, no sé si será porque es cierta la teoría de la reencarnación y he vivido en esas épocas.

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Profesor de biología y geología, pero bien podría ser profesor de historia o de literatura

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No… A mí me gusta ser profesor de biología. Es cierto que cuando te documentas sobre un tema, en realidad, haces como una especie de tesis sobre ese espacio y esa época y sabes mucho de eso, pero sabes mucho puntualmente porque luego se te olvida. Investigas mucho, te centras mucho pero luego casi no te acuerdas.

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Me he movido desde 1941 y el Leningrado sitiado por los nazis, hasta la Francia templaria de 1045.  En el momento es como hacer una tesina pero luego vas olvidando cosas.

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Parece que Londres es una ciudad muy atractiva a la hora de literaturizarla, como aparece en Víctor Ros y el gran robo del oro español y, sin embargo, tu novela 1969 está ambientada en Murcia. ¿Puede ser nuestra ciudad fácil de llevar al papel?

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Fue más fácil documentarme para hablar de Murcia, porque cuanto más cerca está la época sobre la que se escribe, más fácil es encontrar información. Tenía testimonios gráficos, fotografías, periódicos…y además tenía a mis hermanos y a mis cuñados que vivieron ese mismo año. Desde el punto de vista literario, tan literaria es la Murcia de 1969 como el Londres del siglo XIX porque yo pensaba que tenía interés para la gente el ver cómo se vivía en una pequeña localidad en los años del tardofranquismo. A alguien de Madrid o Barcelona le llama la atención, es exótico.

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Siguiendo un poco con la línea histórica y relacionándolo también con la literatura de folletín, hay muchísimas series actualmente ambientadas en momentos históricos determinados ¿por qué nos gusta tanto salir de la actualidad?

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A mí, particularmente, porque la época actual me aburre bastante, me gustan mucho más las historias que están ambientadas en otra época. Supongo que porque la gente siente que aprende leyendo novelas o viendo series con trasfondo histórico. Además, a mí lo que más me gustaría en el mundo es tener una máquina del tiempo y como no la tengo, me fabrico esas pequeñas máquinas que son mis novelas y supongo que al lector le pasa igual, le resulta interesante ver cómo se vivía en otra época, cómo eran las cosas…

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Es cierto que hay un apogeo de toda la ficción alargada en el tiempo, seriada, y Víctor Ros es un buen ejemplo de ello. ¿Por qué nos interesa más que, por ejemplo, una novela con principio y fin?

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En el tema de las series de televisión, ten en cuenta que hay series americanas muy buenas, HBO, BBC… han hecho series históricas muy buenas y a la gente le han encantado porque están muy bien documentadas. Por ejemplo, en Rome, ves hasta lo bastas que eran las túnicas de los senadores cuando todas las películas que hemos visto de los años 50, los romanos iban vestidos con alfombras que parecían de acero inoxidable. Ahora las series están muy bien hechas. Eso provocó una demanda por parte del público de ese tipo de producto pero aplicada a nuestra historia española. Hubo un momento clave que fue una serie que ha sido muy denostada, Águila Roja, -la verdad es que no la he visto- parece ser que tiene sus anacronismos y sus cagadas históricas pero demostró a los productores que en España se podían hacer también series históricas. Luego ha venido Isabel y otras como Víctor Ros que han demostrado que hay una demanda que hace factible que se haga ficción histórica en España.

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Víctor Ros saltó a la pequeña pantalla. ¿Cómo fue ver en vivo a un amigo al que había creado con palabras?

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Es difícil, porque nunca te terminas de creer que tienes una serie de televisión de tu personaje. Me di cuenta cuando fui al rodaje y vi a toda la gente allí trabajando y pensé, “madre mía la que he liado”. Pero hasta ahí realmente no era muy consciente de que tenía una serie. Llama mucho la atención y asusta que algo que tú has creado en la soledad de tu despacho con un portátil, se haga realidad, te deja un poco acojonado.

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Mientras escribías el primer Víctor Ros, ¿imaginabas que sería el protagonista de una serie?

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Sí, lo había imaginado. Casi siempre que escribo una novela la veo en el cine. Soy de una generación de narradores que ha crecido en el mundo audiovisual y siempre te planteas esa posibilidad. Además, escribo de una forma muy cinematográfica porque me interesa mucho utilizar ese lenguaje y ese ritmo narrativo con el que no perder al lector. Estamos en una época en la que los lectores no están para perder el tiempo y si no los consigues enganchar a tiempo se te escapan.

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Imagino que habrá mucha gente que no conocía a Víctor Ros a través de las novelas, lo hizo a través de la televisión. ¿Es más fácil enganchar a alguien a la tele o a leer?

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No lo sé, la televisión es un mercado mucho más amplio. En España tú publicas un libro y el mercado potencial es de miles de personas mientras que el de una serie es de millones. Realmente se puede llegar a mucha más gente con el formato audiovisual. Que sea más fácil o más difícil, la verdad es que no lo sé. Yo sólo sé escribir pero creo que tampoco es fácil captar la atención de la gente en prime-time que es una carnicería auténtica.

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Es cierto que últimamente las series de televisión se han convertido en el nuevo culto, ya no se compite solamente con el cine sino que se compite con series que se alargan mucho en el tiempo…

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Pero la mayor parte de las series están basadas en novelas, o sea que no es una competencia, es que son distintas formas de contar una misma historia.

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Diferenciando la escritura de una novela folletín como Víctor Ros de la escritura del resto de novelas más unitarias, ¿qué le aporta cada una?

 

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Con Víctor Ros, por ejemplo, intenté hacer unas novelas que fueran un homenaje al folletín, me las tomo un poco como eso, ese registro de una visión maniquea del mundo, utilizo los recursos típicos del folletín… los trucos clásicos también los uso en las otras novelas, pero en estas hago más reflexión política, sobre otros temas que son de más calado. En el fondo, creo que las lecturas de Víctor Ros son lecturas más relajadas que El valle de las sombras o El rojo en el azul, por ejemplo, que son novelas que están contando momentos de la historia con mucho trasfondo político que tienen muchas consecuencias sobre el futuro… Son un relajo unas de otras. Estoy con Víctor Ros y luego me paso a otro tema y luego vuelvo a Víctor para relajarme de lo anterior.

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El hecho de escribir este tipo de novela, novela más histórica, de aventuras, de misterio… ¿hace que te sientas más encorsetado?

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Escribo lo que yo quiero. Ahora, de hecho, he empezado a escribir una novela de amor. Escribo lo que me apetece y luego si al editor le gusta y me lo publica, perfecto y si no me lo publica pues no tengo ningún problema. Hago lo que me gusta, tengo mi sello personal y lo que suelo hacer es siempre novela histórica con misterio, unas veces más negra, otras más detectivesca… es un registro en el que me siento cómodo y que me gusta mucho. También es verdad que me sale solo.

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He leído que siempre tienes el final asegurado desde el principio. ¿Alguna vez Víctor se te ha rebelado?

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No, que va, eso son tontunas que a veces decimos los escritores para darnos el pegote de que el proceso creativo es algo excepcional y que sólo lo pueden hacer unos pocos. “Se me rebelan los personajes”, pero qué coño se te van a rebelar los personajes si son tuyos. No se te rebela nadie,  tú eres el que controla toda la historia. Eso no quiere decir que cuando escribes una novela, hay personajes que se te caen, otros con los que se te ocurren más ideas… son unos argumentos de unas visiones tontucias y romanticonas del proceso literario. Como yo soy el que crea los personajes, soy yo el que decide lo que hacen, es como jugar a ser Dios.

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¿Entonces nunca le ha pasado que el final se le cambiara?

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No. Sí que ocurre que cuando empiezas a escribir es verdad que la novela es un proceso creativo y cosas que tienes pensadas, las cambias, o hay personajes a los que no ibas a darles importancia y a ti se te ocurren nuevos rasgos que los hacen crecer, pero eso no quiere decir que crezca el personaje, ni que se te rebele, eres tú al que se le han ocurrido esas cosas. A no ser que te pongas ciego de tripis y te pongas a escribir a lo Stephen King, entonces ya no lo sé…

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¿Alguien podría coger Víctor Ros y el gran robo del oro español y engancharse o es mejor que acuda al primer Víctor Ros?

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Las series detectivescas están concebidas siempre como novelas independientes de manera que un lector nuevo se puede incorporar en la quinta, la cuarta o la tercera. Ahora, ya aparecen ahí los trucos de cuentacuentos porque yo intento que la persona que lee la quinta novela, quiera leer la primera. De hecho hoy me ha dicho un librero, necesito más ejemplares de la primera porque se han agotado. La quinta sale, tira de las otras, pero de la que más es de la primera porque a la gente le gusta el personaje y quiere cogerlo desde el principio. Normalmente, siempre que lees sobre un detective, quieres saber más de él, de su idea previa… y dices: “ay qué bien, hay cinco”.

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¿Los lectores de Víctor Ros son fieles?

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Sí, son fieles y más que fieles, han empatizado y conectado con el personaje de forma total y demandan más aventuras. Si yo publico una novela, al mes ya me están preguntando cuándo sale la siguiente.

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Entonces, de momento, Víctor Ros no va a morir

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No, Víctor muere en el año 1898, desaparece en un coche cama de camino a Madrid. Eso está en una novela mía que no he publicado que se llama ‘Arcana Dei’, los secretos de Dios y ese capítulo en el que nacía Víctor Ros lo hemos publicado este mes en la revista Qué leer para que los lectores asistan al nacimiento de Víctor Ros. Hasta el año 1898 todavía le queda y sobre todo, el tiempo que le quede depende de los lectores, mientras sigan demandando más historias suyas, seguirá existiendo.

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¿Y ahora qué está escribiendo, si se puede saber?

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Ahora he empezado una historia de amor muy bonita ambientada en el siglo XIX de amor a través del tiempo, pero vamos, llevo cinco o seis folios. No tengo tiempo porque estoy en pleno curso escolar y estoy muy liado.

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¿Cómo compagina las clases con la escritura?

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Mal, y lo que estoy haciendo ahora desde el año pasado que acabé que casi me daba un jamacuco. Lo que estoy intentando ahora es centrarme sólo en el curso, intento no ir casi a charlas ni festivales y luego ya en verano o si cojo alguna excedencia de un mes, pues lo haré. Es difícil porque Murcia está muy mal comunicada e ir a dar una charla a Vigo me lleva casi tres días. Yo soy un profesor de instituto que en su tiempo libre, escribe.

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¿Es fácil abrirse camino en la literatura?

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Es muy difícil, te encuentras todas las puertas cerradas y si no tienes padrino y no conoces a nadie, más todavía… Yo era un tío de Murcia y, encima, biólogo. No te toma en serio ni la gente que te conoce y tienes que trabajar mucho y escribir sin parar y pulirte para llegar a algún sitio.

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El hecho también de ser biólogo, de no ser una persona muy relacionada con el mundo literario o incluso ser de Murcia… ¿es un hándicap?

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Claro, por supuesto. Tengo amigos escritores que viven en Madrid que van a los saraos a las presentaciones, conocen a tal o cual editor… “oye mira tengo una novela de esto”, y sólo con eso, la novela ya va asociada a una cara y no es lo mismo que un tío que envía un manuscrito desde Murcia. Desde un principio tuve muy claro que el negocio literario en España estaba en Madrid y Barcelona y primero me fui a Barcelona con una maleta llena de manuscritos y al año lo hice en Madrid hasta que conseguí tener un agente literario y empecé a funcionar.

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¿Qué significa la literatura para un biólogo?

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Es una forma de comunicarme con el mundo. A esta literatura que llaman de evasión yo la llamo de comunicación, porque escribimos pensando que hay alguien al otro lado y queremos que ese alguien no se nos escape. Para mí la literatura es comunicación, siempre me he sentido solo y es una forma de llegar a otras personas con las que establecer un nexo con ellas. Si no te lee nadie, no tiene sentido lo que estás haciendo. También es una forma de evadirme, de vivir otras realidades, otras épocas y salir un poco de la rutina, de los problemas diarios… Para mí, el componente lúdico de la literatura es muy importante.

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Pero la literatura como forma lúdica pero también como forma de divulgación

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Claro, y también de reflexión política, filosófica… pero claro tú para hacer eso tienes que interesar al lector. Yo podría hacer otro tipo de literatura más introspectiva, más intimista… pero lo que quiero es llegar a la gente sencilla y que la gente sencilla lea, porque estamos en un país donde la gente lee poco y hay que esmerarse para conseguir que la gente se interese por los libros. Eso es lo que intento hacer desde el primer momento. Voy descaradamente a por los lectores, a hacerles vivir aventuras, viajar en el tiempo, vivir una guerra, ganar una paz, enamorarse, sufrir…

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¿Qué libro tiene en la mesilla y a qué serie está enganchado?

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Ahora mismo acabo de terminar un libro de Robertson Davies que se llama Asesinato y ánimas en pena y he empezado Lo que esconden las olas de Emma Lira porque lo voy a presentar el día 20 en Educania. Y ahora mismo empecé a ver el primer capítulo de la sexta temporada de The walking dead pero el segundo no lo vi a tiempo y me he desenganchado. Una de las últimas que he visto es Fortitude de la BBC que me gustó mucho.

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¿Cómo podemos enganchar a alguien para que se siente a leer Víctor Ros y el gran robo del oro español?

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Nunca he sido partidario de tener que convencer a la gente de que lea una novela. Si a la gente le gusta leer que la lea y si no, que no lo haga. Si le gustan las aventuras decimonónicas, viajar en el tiempo y las novelas de detectives ambientadas en Londres, pues le gustará, pero si no le gusta leer…