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SANTIAGO POSTEGUILLO. ESCRITOR Y PROFESOR UNIVERSITARIO DE LITERATURA.

«Nunca hemos sido el centro del mundo, aunque lo hemos creído»

«Lo primero que pienso al escribir es entretenimiento, no me vale si la novela no es entretenida», expresa el autor de ‘La legión perdida’. «Trajano no vivía los pactos como derrota, porque no tenía síndrome de inferioridad», dice.

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Santiago Posteguillo (Valencia, 1967) camina por la alfombra roja de Planeta con la publicación de La Legión Perdida, el último volumen de la trilogía del emperador Trajano, que va derecho a convertirse en su próximo best seller. Un durísimo trabajo de documentación en forma de aventuras, leyendas, batallas y liderazgo que quiere volver a invitar a decenas de miles de lectores a los entresijos de la antigua Roma. Una novela de antaño que a cada paso nos presenta algunos de los problemas más acuciantes de nuestra actualidad política y social.

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-1.590 gramos  de libro, ¿mucho más que una historia de romanos?

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-La historia grande tiene que ir a lo grande, claro que hay más cosas. Borges decía que una novela puede ir sobre una historia de amor entre dos personas, una historia de amor entre tres personas, sobre la lucha por el poder o sobre un viaje; 1.590 gramos te dan para poner las cuatro cosas.

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-Es una novela muy ambiciosa, que cuenta dos momentos (Craso y Trajano) y cuatro lugares: el Imperio Romano, el Kushan de la India, el Han de China y el de Partia. ¿Qué le hizo acercarse a esta época de la historia?

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-Yo quería acabar con la historia de Trajano, lo que pasa es que en el proceso de investigación me fui encontrando material, y pensé «¿y si lo cuento?». Y, por supuesto, pensé que no se entendería la audacia de Trajano sin contar el Craso Error.

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-¿De qué manera le influyó?

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-Él decía que habían sido derrotados antes de empezar a luchar, decía: «Puedo luchar contra los armenios, contra los dacios, contra los partos, pero ¡no puedo contra un fantasma!».

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-¿Tienen tanto poder las pesadillas de la historia en nuestro presente?

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-Sin duda alguna, de las pesadillas hay que aprender. Es un gran problema olvidar las pesadillas. Europa ahora está jugando a eso, hay cada vez más movimientos centrífugos. Recordemos que la Unión Europea, aún con los mayores problemas que podamos imaginar, ha generado el mayor periodo de paz en la historia. Somos una generación que no ha vivido las guerras mundiales, nos parece que están muy lejos, pero mire Yugoslavia en los 90. Apenas rasquemos un poco se puede montar una muy grande. En nuestro país tampoco deberíamos despertar nuestras pesadillas, estamos despertando dragones que una vez despiertos es difícil domeñar. Lo mínimo que puedo pensar de algunos de nuestros políticos es que son ingenuos.

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-En una época en la que, a pesar de la globalización, Europa sólo parece mirarse a sí misma aparece con una novela que llama a nuestra puerta para mostrarnos de dónde venimos, ¿qué ha venido a contarnos?

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-Precisamente eso, que lo observamos todo con nuestro eurocentrismo puesto. Nunca hemos sido el centro del mundo, nos lo hemos creído, pero nunca lo hemos sido. Hay un momento en la novela que me gusta mucho, cuando un personaje que va desde Roma y llega a la frontera de China, pregunta «¿dónde me lleváis?» y ellos contestan «a Luoyang, al centro del mundo», porque hay otros centros del mundo.

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-¿Por qué cree que nos cuesta aprender de nuestra historia?

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-Entre otras cosas porque el poder político se esfuerza en que no se enseñe Historia, la última gran idea ha sido que no se enseñe Filosofía. Si a la gente no le enseñas ni Historia, ni Geografía, le quitamos horas al latín, al griego, que son el origen de nuestro idioma… es normal que no aprendan. No son superhéroes, si no les das información al final no la tienes. Lo que pasa es que la curiosidad sí que la tienen y por eso leen novela histórica.

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-Con su novela aprenderemos entonces cómo superar los miedos, mucha historia ¿y qué más?

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-Que ante los problemas lo que tiene que hacer un líder es afrontarlos, incluso tomar decisiones…

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-¿Va con segundas?

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-Y terceras, cuartas, quintas…. Incluso, como hace Trajano, antes de exigir nada, dar ejemplo. También le voy a contar que una vez en la firma de libros de una Feria del Libro un economista me dijo que mis novelas eran las mejores novelas que había leído sobre economía, porque Escipión o Trajano son los mejores optimizadores de recursos humanos que había visto en su vida. Todos sabemos que el que triunfa es el que toma muchas decisiones en su vida, asumiendo que va a tomar algunas equivocadas., o incluso cuando algunos dicen que han tomado unas poquitas equivocadas y ¡no! ¡son muchas!, lo que pasa es que lo tergiversan. Eso también va con segundas.

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-¿De valor también vamos a aprender?

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-Sí, y en esta novela las mayores lecciones de valor las dan las mujeres. Hay una parte terrible en la que explico lo que hacían los partos cuando huían y no podían llevarse a sus propias mujeres y sus propios niños.

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-¿De corrupción?

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-Trajano heredó un imperio muy corrupto y tenía claro que había que luchar contra ella. Su lucha es muy sencilla: a los corruptos se les juzga y se les obliga a devolver el dinero, no se preocupa de meterlos en prisión. Si no lo quieren devolver… había una cosa muy bonita que se llamaba anfiteatro con leones y tigres con bastante hambre… y curiosamente todo el mundo devolvía el dinero.

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-Muchas cosas para aprender, pero también muchas con las que disfrutar.

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-Esto es una novela de aventuras donde hay batallas, guerras, traiciones, lealtades y dos viajes impresionantes. La primera palabra que pienso al escribir mis novelas es entretenimiento, luego le meto mucha cultura, mensajes, textos en latín… pero si no funciona de manera entretenida no me vale.

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-La novela se publica el 23-F con un panorama político único

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-Me encantaba esa fecha para la publicación, Adriano le da un golpe de Estado a Trajano y me parecía una metáfora bonita. Trajano, aunque tenía un enorme poder, pactaba, pactaba con el Senado, no tomaba decisiones contra él, e incluso pactaba con enemigos. Él no vivía los pactos como derrota, porque no tenía síndrome de inferioridad.

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-De todo el trabajo de la trilogía ¿qué parte recuerda con más cariño?

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-El día que estaba leyendo una biografía de Trajano de Julian Bennet y comprendí que había un personaje absolutamente inconmensurable; y luego de algo muy emotivo, un atardecer en Turquía, en el lugar donde murió Trajano.

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-¿Con más orgullo?

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-Satisfacción de haber conseguido concluir una obra de siete años de trabajo, aunque se junta con una sensación de pena por abandonar un personaje tan querido.

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-¿Y la parte más dura?

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-Narrar la muerte de Trajano. Es una cuestión personal. Mi padre murió de lo mismo y cuando escribí la muerte de Trajano es como si escribiera la muerte de mi padre.

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-Después de más 3.000 páginas de novela histórica ¿algo de ficción?

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-Escribiendo novela histórica hay que hacer un enorme uso de recursos literarios, donde la parte de escritor queda completamente satisfecha. Incluso a veces te tienes que esforzar más porque los lectores pueden saber el final. Por tanto, tienes que esforzarte en llevarles a ese final y que les resulte apasionante.

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