«Nos hemos acostumbrado a consumir nuestra ficción y eso es maravilloso»
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Mikel Santiago, el autor de mayor éxito actual del género negro, protagoniza un encuentro en el Aula de EL CORREO
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‘El hijo olvidado’ se ha convertido en un vástago pródigo en satisfacciones para su creador. La novela de Mikel Santiago, recientemente editada, se ha convertido en uno de los libros de ficción más vendidos en nuestro país y lo ha convertido en uno de los maestros del género. «Soy un animal del thriller», asegura. «Todo está en el ojo y a mí lo que me suena bien son historias dinámicas, rápidas, que no te dejan respirar, y mi ojo está conchabado con mi mano». El autor participará hoy en un encuentro del Aula de Cultura de EL CORREO, organizado en colaboración con Ediciones B, que tendrá lugar a partir de las 19.30 horas en la Sala BBK.
Mikel Santiago en conversación con Carmen Romero, directora literaria de Penguin Random House, y Txemi Parra, escritor y guionista.
Lugar y hora Hoy en la Sala BBK, 19.30 horas. Entrada libre hasta completar aforo.
Con la colaboración de BBK
La recepción de su primer libro, hace diez años, ya fue buena y la acogida se ha incrementado exponencialmente. «Empecé bien, con buenas críticas en ferias de libros y vendiendo derechos audiovisuales, y uno se ha acostumbrado a esa sensación de irrealidad, aunque hay que sostenerse y seguir buscándote como autor», confiesa. En cualquier caso, asegura que su mayor satisfacción procede del público.
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«Siempre temo ese momento en el que toca calle y la verdad es que me han recibido muy bien».
El reto radicaba en esta ocasión en seducir a sus lectores habituales con una manera de contar diferente en la que se mezclaba la investigación de un crimen con una trama sentimental. «Es lo más difícil, sobre todo en una novela con varias subtramas, tienes que hilar fino y trufar todos los apartados.
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En el género policíaco los personajes suelen ser muy planos, lo importante es cómo se soluciona el laberinto, pero yo tenía la ambición de contar la historia del protagonista», aduce. «Siempre estoy buscando el lado personal de las cosas y quería fusionar la persecución, un ‘affaire’ romántico y las conexiones familiares, y encontrar mecanismos para que esa ambición no ralentizara el ritmo».
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Santiago intenta explicar la clave de su éxito. «Creo que soy un buen contador de historias», afirma. «Intento enganchar desde el principio, que la gente se vuelva adicta a la historia y utilizo premisas poderosas, grandes preguntas, enigmas, tensión y creo que soy bastante pulcro a la hora de desarrollar las tramas y cerrarlas. No saco conejos de la chistera.
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La resolución está bien, pero no es fácil. Los lectores tienen la expectativa de ser sorprendidos y, en el aspecto sentimental, los personajes son empáticos. Creo tipos que caen bien y enseguida enganchan y son divertidos».
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La dulce coyuntura de Santiago va a proseguir con el inminente estreno de la serie basada en ‘La última noche en Tremore Beach’, su primera narración. Pero ni siquiera un éxito masivo de esta iniciativa de Netflix cambiaría su hoja de ruta.
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«Una cosa que he aprendido de estar cerca de la industria audiovisual, de ver las orejas del lobo, es que soy escritor de novelas, aunque tengo algún proyecto a ese respecto. Me gusta la vida del novelista, que es lo que siempre he soñado, escribir y repasar, no tener mil voces alrededor como ocurre en el mundo de las producciones, donde hay mucha gente opinando. Yo tengo mi propio criterio, lo sigo y al público le gusta, qué más quiero. Dispongo de mi pequeño restaurante de cuatro mesas, no necesito un supermesón de carretera. No siento la necesidad de meterme de guionista para nada».
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La realidad, sobre todo internacional, parece haberse convertido en un ‘best-seller’ de acción. ¿Qué rol juega la literatura de suspense cuando la política proporciona aún más escalofríos? «Necesitamos la catarsis», advierte. «Una buena película de terror es buena para la ansiedad y la novela es una exageración de la realidad.
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Vivimos una vida tan acelerada, llena de incertidumbres, con tanta información, que el dinamismo de estas historias responde a esa realidad, a ese mundo tan sobreestimulado. Se leen las novelas con muchos giros, muy rápidas. Existe una conexión entre la sociología y el género negro».
Antes había que llamarse Michael Crichton o Michael Connelly, y ambientar las novelas en Nueva York o la Texas más profunda, pero ahora nos encontramos ante novelas tan cercanas en el tiempo y el espacio que parece que nos halláramos a nosotros mismos a la vuelta de cada página.
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«No es chovinismo, la gente compra lo que más le gusta», alega. «Parecía que con las redes sociales el mundo se iba a hacer más global y es bastante más local. Se ha elevado la calidad local y, además, se utiliza el lenguaje original y esa música es irremplazable, aunque se trate de prosa limpia. Nos hemos acostumbrado a consumir nuestra ficción y eso es maravilloso».
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La verosimilitud y el gusto por el interior del País Vasco como escenario de sus novelas son también señas de identidad de Santiago. «Detesto lo rocambolesco y los individuos extraños muy codificados -arguye-. Las personas me gustan de frente y normales, y me he empeñado en el desarrollo y la resolución de historias que resulten ante todo creíbles».
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Hay muchas etiquetas que se pueden aplicar a su narrativa. Puede calificarse como ‘domestic noir’ o ‘country noir’, aunque él prefiere decantarse por llamarlo ‘thriller blanco’ porque no recurre a las masacres. «Me interesan los paisajes más rurales y solitarios, no me atrae tanto el espacio urbano y tampoco me cebo en la violencia, aunque en esta última historia hay un buen puñado de muertos».
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