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Muere el escritor José María Guelbenzu, renovador de la novela negra
De oficio editor y crítico, y dedicado a la escritura en exclusiva firmó su último libro, ‘Una gota de afecto’, este mismo año. Tenía 81 años
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Autor de una saga de novela negra, protagonizada por una jueza de instrucción, de prosa ágil y sensible José María Guelbenzu dio un giro a la novela policiaca en España desde que en 2001 publicara ‘No acosen al asesino’. Este escritor, editor y crítico literario ha muerto este viernes, a los 81 años, según confirma la editorial Siruela. Con una trayectoria vinculada a las editoriales Taurus y Alfaguara, que dirigió en las décadas de los setenta y ochenta, fue finalista del premio Biblioteca Breve con su primera novela, firmada en 1967, y que publicó en aquella editorial en sus años míticos y de más prestigio.
Prolífico y dedicado en exclusiva a la literatura desde hacía cuatro décadas, su última novela, ‘Una gota de afecto’, se distribuyó este mismo año. Esta «última gran novela», con la que anunciaba su retiro de la escritura «de fondo» trata sobre el amor y las relaciones familiares, de la construcción del presente a partir de las experiencias pasadas, de la realidad inhóspita y lejana a las expectativas de juventud, con un protagonista maduro, funcionario agrario de un organismo internacional en el tercer mundo, que encara la vida de un sobrino casado con una mujer excepcional. «Un hombre herido» que regresa a la casa de su niñez. A esta novela, de aire costumbrista, la precedieron ‘El amor verdadero’ (2010), ‘Mentiras aceptadas’ (2013), ‘Los poderosos lo quieren todo’ (2016), ‘En la cama con el hombre inapropiado’ (2020) y ‘Mediodía en el tiempo’ (2023), todas publicadas por Siruela.
Las claves
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Última novela Se titula ‘Una gota de afecto’, la editó Siruela este mismo año y trata sobre un hombre maduro que regresa a la casa de su niñez
Premios Le concedieron el Biblioteca Breve en 1967, el Torrente Ballester en 2010, el Premio de la Crítica Española en 1981, el Plaza & Janés en 1991 y el Premio de la Crítica de Madrid en 2016
Amigo de sus amigos y hosco con los extraños, como le describen sus conocidos, Guelbenzu (Madrid, 1944) desarrolló a su personaje Mariana de Marco, la jueza instructora, durante 21 años en diez obras, hasta cerrar la serie en 2022 con ‘Asesinato en el Jardín Botánico’, cuando la «liquidó», en sus propias palabras. Una de ellas, ‘El hermano pequeño’, mereció el premio Torrente Ballester en 2010. Otros reconocimientos fueron el Premio de la Crítica Española en 1981, el Premio Plaza & Janés en 1991 y el Premio de la Crítica de Madrid en 2016.
Figuras de la literatura lamentaron su fallecimiento. En redes sociales, Marta Rivera de la Cruz, también concejal de Madrid, le definió como «gran escritor y estupenda persona»; Martín Casariego aseguró que se trata de una «figura literaria imprescindible durante décadas», y Miguel Barrero añadió que, además de autor de «obras portentosas», «qué bien leía». En el anuncio de su muerte, su editorial le describió como «un hombre de letras que vivió en primera fila la literatura con mayúsculas de las últimas décadas».
Vivir el paraíso
De sombrero, bastón y americana, que acompañaba con su barba blanca y mirada altiva, en una de sus pocas entrevistas concedidas recientemente, a El Norte de Castilla, en las que habló de sí mismo, Guelbenzu aseguró que su labor crítica era el «paraíso y la vida paradisiaca para mí, demasiado cerrada, quizá. Leer a otros es como la vida». Y sobre su oficio de editor, mantuvo que «fue mi sueldo, no voy a decir que fuera desagradable pero yo sabía que no podía vivir de la literatura. Entonces, mucho mejor en una editorial que en una fábrica de maderas. Pero lo que más me gusta es escribir», dijo este autor que estudio Derecho en el Icade y en la Universidad Complutense, para dejar la sombra de las leyes reales por otras de ficción.
Poeta en un único intento, con poemario publicado, su primer trabajo relacionado con el arte de las palabras fue como colaborador de Cuadernos para el Diálogo, revista en la que coordinó las reseñas de libros, y en diarios y semanarios como Informaciones, Madrid y Signo. Su labor crítica la desarrolló casi en exclusiva en las publicaciones del grupo Prisa, como Babelia, suplemento de El País, en el que estuvo desde su fundación, y lo compaginó con su papel como jurado de premios como el Nadal y el Café Gijón, que impulsó a una generación de escritores.
Gustoso de enseñar, tuvo un taller de escritura creativa en Fuentetaja y dirigió la Escuela de Letras de Madrid. «Todo un caballero de las letras», le perfila Destino, otra de sus casas editoriales, en su despedida. Casado con la editora Ana Rosa Semprún, deja dos hijos, Alicia y Nicolás, relacionados también con el mundo de la cultura.
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