.

.

«Mi obsesión es la aleatoriedad de la existencia»

.

El novelista portugalujo acaba de publicar ‘El hijo olvidado’, su octava obra en diez años. «Todo es material para la ficción», asegura

.

 

Domingo, 21 de enero 2024

.
.
.

«Usted me asalta en un restaurante y me cuenta una historia digna de una novela de aeropuerto», le dice la jueza al narrador de ‘El hijo olvidado’, la última novela de Mikel Santiago, que es la octava que publica con el sello Ediciones B en una década. Podría decirse que Santiago (Portugalete, 1975) está de aniversario redondo, con esos diez años desde que viera la luz ‘La última noche en Tremore Beach’.

.

«Fue en junio», recuerda un autor que es capaz de hacerse «un autochiste» con eso de las novelas de aeropuerto. «Y lo digo con orgullo: escribo novelas fáciles de leer y difíciles de escribir porque es muy complejo meter este barco en una botella», compara.

.

– Diez años, ocho novelas, 500.000 ejemplares vendidos de la Trilogía de Illumbe, publicaciones en 20 países, una serie de ‘true crime’ en la tele vasca. Cuando mira hacia atrás, ¿qué ve?

.

– Veo cómo el propósito muy complicado de profesionalizarme en la escritura se hace realidad. Veo que valió la pena el riesgo que tomé en su día -apostar por eso, reducir la jornada laboral para poder escribir-, cuando el mundo del libro no pintaba ni mucho menos tan bien como el de la informática en el que estaba metido, con buenos trabajos en Irlanda y en Holanda.

.

Y son años en los que he aprendido en muchas dimensiones: la creativa, la psicológica, socialmente, la familia. Han muerto mi padres y han nacido mis hijas. Me he hecho mayor en estos diez años.

.

– Al personaje de Orizaola, el antiguo compañero de Nerea Arruti en la Trilogía de Illumbe, le preocupa muchísimo la familia. ¿Diría que es parte fundamental de ‘El hijo olvidado’?

.

– Sí, hay mucha reflexión personal desde esta edad, casi los 50, sobre las cosas bonitas y las cosas amargas de la vida. Orizaola está en un momento complejo en todo, a punto de perder su trabajo a una edad en la que no es tan fácil volver a empezar, con un divorcio que llevan bien pero que siempre complica la situación familiar, con la paternidad, el desafío de educar.

.

Es una gran responsabilidad. Me ha quedado súperclaro que la familia es el aliado número uno cuando pasan las cosas importantes, es el núcleo. Y por eso tenía claro desde el principio que iba a hablar de eso, de la familia, de lo que dejas atrás, de esos lazos profundos y de restaurar.

.

– ¿Restaurar?

.

– Tiene que ver con ser padre de hijos que ya han crecido un poco y pensar en cómo van a salir, sabiendo que yo educo de una manera pero que luego hay muchas otras influencias (amigos, entorno, su propia personalidad). Nadie tiene la culpa de mucho de lo que luego ocurre.

.

Y en eso está Ori: con la sensación de que dejó de lado a su sobrino Denis y que tiene que sacarlo de ahí y darle otra oportunidad cuando toca fondo. Y darle otra oportunidad a la familia.

.

– Lo queda claro tras leer ‘El hijo olvidado’ es que en la vida casi todo es cuestión de suerte. ¿Esa mala noche de Denis, que lo pone en el disparadero de los malos, va por ahí?

.

– La vida es ese azar. Los accidentes ocurren porque sí, una enfermedad es aleatoria, estás en un lugar y en un momento determinado… Todos soñamos con que nos toque la lotería y no con este otro tipo de suerte. Y bueno, para ser escritor tienes que tener este lado fatalista, pensar en esas posibilidades.

.

Los sueños son grandes aceleradores de las emociones y la ficción también; los escritores soñamos nuestros propios miedos y mi obsesión es esa aleatoriedad de la existencia.

.

– ¿Es por eso quizá que este género de ficción tiene tantos adeptos?

.

-Creo que es como soñar de manera controlada, ensayar esas emociones intensas, exacerbadas. Nos atrae que todo ocurra de manera acelerada, la muerte, el morbo, el amor, el deseo, la incertidumbre.

.

Qué rápido va todo eso en la ficción, qué rápido se puede experimentar todo.

.

– ¿Hasta el humor? Esos diálogos de Ori…

.

-Es un humor de cuarentón (risas). Cuando escribo en primera persona, mi gran arma es esa subjetividad y crear esa complicidad, más empatía. Es como ir a bordo de Ori, como en Mazinger Z…

.

– ¿Perdón?

.

-Sí, los dibujos del robot gigante que estaba tripulado desde dentro… El lector sabe lo que ve, lo que dice, lo que hace y sus contradicciones entre lo que piensa y lo que hace.

.

– Menciona usted a la presentadora de una serie de ‘true crime’, ‘Los siete pecados capitales’. ¿No era usted el presentador?

.

– Todo es material para la ficción en la vida de un escritor. Yo estaba allí y es que me parecía que todo era para una novela.

.

Fue una experiencia muy curiosa, con expertos que me contaban chascarrillos, métodos, casos, lo creativo que hay que ser para realizar las investigaciones… Ese trabajo supera la ficción.

.

.

.

.

· Link

.

.

.

.

.

.

.

.

.