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«Mi amor por Ramiro Pinilla vino de la admiración por su dignidad y coraje»

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María Bengoa, compañera del escritor durante once años, novela la infancia de «un titán» en ‘El mar de Arrigunaga’

 

Sábado, 2 de diciembre 2023

 
 

La primera vez que María Bengoa entrevistó a Ramiro Pinilla, en 1997 para este periódico, eligió como titular de aquella conversación uno que, intuía la periodista, podía no gustarle al escritor:

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«He tenido pocas ideas en la vida, pero muy firmes». Resultó que a Pinilla, de cuyo nacimiento se cumplían en septiembre 100 años, le gustó la frase.

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«Es que lo tuvo muy claro desde el principio. Luchó y fue a por lo que quería», explica ahora Bengoa, inmersa en la promoción de una novela que recorre ese camino que llevó a un niño que encontró el paraíso en las campas y playas de Getxo a ganar el Premio Nadal en 1960.

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Ramiro Pinilla supo pronto que quería escribir y lo hizo contra todo -la escasez, la timidez, el mandato de trabajar en algo que diera dinero y fuera sólido como eran los trabajos antes-. «La suya fue una vocación enorme desde el principio y tuvo que luchar muchísimo. Todas esas adversidades definieron su carácter. Cómo nos enfrentamos a las adversidades nos revela nuestra propia personalidad».

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Eso es lo que queda claro en ‘El mar de Arrigunaga’ (Tusquets), que es una novela sobre un personaje que fue una persona real. «El valor añadido que te permite la ficción es entrar en la psicología de los personajes, algo que la biografía no te permite. Y aunque primero yo traté de escribir una biografía convencional, pronto vi que no era lo que quería. Todos los recuerdos y la investigación, todo lo que había rastreado en su obra, tenía más sentido de esta manera».

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– Es ficción y no.

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– Tiene un sustrato biográfico claro. Todas las anécdotas que él me ha contado en los once años que estuvimos juntos y una investigación de los años que yo no conocía, porque aquí se cuenta su camino desde que tenía 9 años hasta 1960, cuando ganó el Premio Nadal. Pero la historia siempre se construye hilvanando anécdotas que son reales.

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– ¿Con qué objetivo?

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– Que se le conozca más. Porque era un gran escritor y porque humanamente era de una dignidad, coraje e integridad admirables. Mi amor por él vino de esa admiración. Y ha sido maravilloso este tiempo de escritura porque me ha permitido estar más con él. Ramiro es un titán para mí, de una fortaleza mental impresionante.

Timidez casi enfermiza

Esa fortaleza se fue construyendo poco a poco, como se ve en ‘El mar de Arrigunaga’. Se hizo entre la observación y las lecturas, con mucho tiempo de reflexión, consciente de estar solo y de querer cosas que nadie entendía.

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¿Escribir? Mejor ser mecánico, algo tangible. Y él dale que dale a la tecla de la Underwood desde crío, y venga a leer y a copiar, para no olvidarlas y para tenerlas de guía, frases de los textos que más le gustaban. Una novela de kiosco, otra, después historias que plasmaban lo que veía y escuchaba alrededor para construir otro universo, el que mucho tiempo después (ya en este siglo) llegaría a ser el muy conocido de ‘Verdes valles, colinas rojas’.

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La novela de Bengoa solo llega hasta el Premio Nadal, pero la transformación es evidente. «El gran misterio es esta forja de un escritor y una personalidad de tanto coraje, tan lejanos de su niñez y su primera juventud», que fueron épocas de «una timidez casi enfermiza» y de muchas dudas.

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El camino atraviesa una posguerra de necesidad, la pérdida de los veraneos en Arrigunaga -que fueron el germen de toda su obra: su «Arcadia feliz, una vida mágica, el descubrimiento de la libertad»-, trabajos que no le gustaban, el amor, la familia. Y «el apoyo decisivo de su madre y su abuela materna en su educación sentimental».

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