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Juan Gómez-Jurado, escritor

«Escribo literatura comercial, pero con una verdad de fondo»

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Después del éxito de la trilogía de ‘Reina Roja’, regresa con ‘Todo arde’, un ‘thriller’ con una tirada inicial de 275.000 ejemplares

Jesús García Calero

Sábado, 15 de octubre 2022

 
 

Su trilogía de novelas ‘Reina Roja’ ha vendido 2,5 millones de ejemplares. Ahora se está rodando para Amazon la primera temporada de la serie basada en esa historia trepidante, la del experimento policial de Antonia Scott y Jon Gutiérrez. Y la multinacional le ha nombrado ‘showrunner’ en España, casi una carta blanca para crear series y películas. Todo eso no se explica sin un trabajo incansable. Como tantos otros escritores, Juan Gómez-Jurado ha dejado en el último año el ajetreo del centro de Madrid para vivir en un pueblo en busca de algo de tranquilidad. Allí ha dado los toques finales a su nueva novela, ‘Todo arde’ (Ediciones B), que se publicará la próxima semana. Es ya oficialmente el escritor que más libros vende en España.

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Suena su teléfono mientras iniciamos esta charla en la plaza mayor de Colmenar de Oreja (Madrid). Es su editora, Carmen Romero. Cuelga y hay un silencio. Luego deja el móvil bocabajo como un naipe.«Aumentan la tirada inicial en 25.000 ejemplares más», dice.

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–¿Cuántos salen?

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–Eran 250.000 de salida y ahora son 275.000.

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–Menuda presión, ¿se puede sobrellevar, superar?

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–¡Uff!, no quiero ni pensarlo. Cuando me dijeron la preventa de 250.000 mi reacción fue un wasap: «¿Os pincháis heroína?». Y ahora más. Esto es una locura, esos ejemplares hay que moverlos, hacen falta 25 ‘trailers’ para distribuirlos. A tu pregunta, más que presión, intento tener inconsciencia. Si no…

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–¿Cómo se llega a un ‘thriller’ como ‘Todo arde’?

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–En ‘El paciente’ hice una narración en primera persona, que es difícil para el género. En ‘Cicatriz’ adopté tres voces narrativas. En ‘Reina Roja’ quité ya la primera persona, de manera que el narrador adopta el punto de vista del personaje principal de la escena. Cuando somos Jon, el narrador habla como Jon y cuando somos Antonia, somos mucho más secos. Cuando somos Carla, es una novela de terror, porque ella está encerrada.

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–Es lo mismo en ‘Todo arde’.

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–He encontrado mi estilo y no quiero cambiarlo. Está en tercera persona, pero no es una tercera persona neutra, anglosajona, canónica de ‘thriller’, sino que va cambiando y asumiendo lo que es cada personaje en cada momento. Nunca se había hecho así.

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–¿Qué ha cambiado en esta novela?

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–Lo he llevado un poco a la locura. Tenía que trasladar mi estilo a un género que no es eminentemente literario. No quiero hacer ‘spoilers’, pero es un género cinematográfico.

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–Podemos dar pistas, el ritmo y las imágenes del cine…

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–Quiero que el lector se lo encuentre como sorpresa. Aura, la protagonista, llega a reflexionar sobre ello cuando tiene que explicar sus planes. Dice: «Esto en una película sería mucho mejor», y les pone música. Entonces la técnica muta.

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–Toda la novela es cinematográfica. Tiene ese ritmo. Las descripciones parecen edición de imágenes.

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–Lo que he logrado es literatura con corte cinematográfico porque lo que hace al cine es el corte. Cuando ves ‘El imperio del sol’, de Spielberg, piensas que estás en una novela. Yo he querido que cuando leas algunas partes de esta novela sientas que estás leyendo una película. Es literario. No quiero compararme, pero lo aprendí en el ‘Ulises’ de Joyce. Allí la voz narrativa va cambiando según acompañas a Bloom, cambia de género, y de formato, periodístico, oratorio…

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–¿No tiene miedo de perder lectores al complicarlo?

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–El lector hoy es suficientemente maduro para asumir que en una novela de literatura comercial destinada a que la lea muchísima gente haya juegos experimentales. Es lo divertido. Lo leerá una abuela de 83 años y su bisnieto de 15.

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–¿Se plantea límites pensando en la audiencia?

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–No. Planteo niveles de lectura. Sé lo que estoy haciendo y nunca me planteo adaptarme a una parte de los lectores. Da igual una cita de Suetonio o una reflexión sacada de la filosofía oriental. Es irrelevante. La historia es la historia y hay que contarla como deba ser contada.

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–Hoy las generaciones apenas comparten referentes. ¿Eso lo hace más difícil?

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–Me llevo bien con la crítica, ha sido generosa conmigo y ha entendido que yo escribo literatura comercial, sin otro ánimo que divertir, porque es lo que yo quiero. Pero cuando alguna vez alguien se ha quejado era por una referencia a ‘Los Vengadores’. ¿Y qué? Para mí y para medio planeta ha significado cosas. La señora de 80 años no lo habrá visto, pero da igual, también puede leer. Yo escribo novelas divertidas, no tengo otra pretensión.

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–Con su nuevo libro, ¿quiere despertar conciencias?

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–Es lo punki de este libro. Que nos hemos dado cuenta de que esto no era así y ahora lo es. Todo el mundo se ha dado cuenta. Quiero levantar el velo que hay entre realidad y ficción, por duro que sea. Expresado en literatura comercial para que la lea todo el mundo, pero con una verdad de fondo que está ahí. Quiero hacer pensar.

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–Hay mucha rabia en las redes y en la sociedad.

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–Un niño con una piedra puede romper ‘Las Meninas’, pero hace falta un Velázquez para pintarlas. Tenemos muchos niños malcriados, demasiados, y pocos Velázquez. No quiero parecer enfadado. Soy vehemente porque todo esto me importa mucho.

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