Cinco novelas negras recomendadas para el verano
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J. Ernesto Ayala-Dip
Domingo, 30 de junio 2024
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Territorios dedica un número especial a uno de los ingredientes esenciales del verano, la lectura.
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Los críticos del suplemento han seleccionado cincuenta libros de todos los géneros, de la novela negra a la poesía y la literatura infantil y juvenil, en castellano y euskera para disfrutar en vacaciones y hacernos viajar incluso sin salir de casa. Una guía útil para ayudar a elegir entre la amplia oferta de los mostradores de novedades.
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Yo soy de los que han incorporado a Mikel Santiago al selecto grupo de los policiacos españoles. Desde donde escribo esta reseña veo en mi biblioteca su fabulosa ‘Trilogía de Illumbe’, que devoré en su día.
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Ahora toca comentar su nueva novela, ‘El hijo olvidado’. Esto me lleva a reencontrarme con su investigador, el agente de la Ertzaintza Aitor Orizaola. También me atraen mucho los casos en que alguien es acusado de un crimen que aparentemente no cometió. Decimos que no lo cometió porque el acusado se declara inocente y alguien, por razones diversas, lo cree. En este caso es el agente Orizaola quien tiene que investigar el asesinato que se le atribuye a un sobrino suyo.
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El cúmulo de sospechas, indicios y demás menesteres de toda investigación demuestran que Mikel Santiago, además de buen arte para la intriga, tiene estilo para hacerla creíble.
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Encuentro en Davide Longo ciertos rasgos de la narrativa policiaca de Antonio Manzini. Su protagonista, Vincenzo Arcadipane, que vuelve a investigar junto a la perspicaz agente Isa Mancini, es tan buena persona como el Rocco de Manzini.
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A veces me parece que los dos podrían juntarse para investigar el crimen más inextricable. Longo exprime más ese costado algo lastimero y desahuciado de la vida en la existencia de su detective, como si no olvidara a los grandes maestros americanos de la narrativa negra.
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En ‘Pura rabia’ (dentro de la serie Los crímenes del Piamonte), están trazados los elementos básicos de la literatura negra casi de manual. Solo que Longo le pone una gracia y un desenfado a la hora de dibujar sus personajes que parecen sacados, aparte del manual, de una sublime inspiración. Atentos con la policiaca italiana, está subiendo mucho.
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En ‘La luz del norte’ no sale el protagonista habitual de Hideo Yokoyama, el policía retirado Yoshinobu Mikami (que generalmente investiga con su mujer), sino un personaje que se llama Minoru Aose. Es arquitecto (bueno, empezó la carrera y no la terminó porque consideró que no le hacía falta, tal es su confianza en su sentido del espacio, las estructuras y las medidas).
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Un día le llama un hombre muy adinerado que le encarga una casa en un terreno lejos de la ciudad. Le pide que construya la casa como si fuera para él, lo que dispara su imaginación creadora. Hasta que un día descubre que la persona que le hizo el encargo está desaparecida y comienza a investigar.
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Que los que investigan no sean policías ni detectives es una manera muy interesante de abordar el género negro. Un hombre corriente se mete en un abismo y el autor japonés lo borda.
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Hay autores que logran que sus lectores estén pendientes de la trama y además les sumen en una especie de vértigo psicológico desde las primeras líneas.
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Esto suele ocurrir con las novelas de la escritora norteamericana Ashley Audrain. El tema de las apariencias engañosas planea sobre su nuevo libro. Una fiesta de amigas, lo familiar impera con su halo de perfección. Hasta que la anfitriona increpa inesperadamente a su hijo, Xavier, para sorpresa de los invitados.
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En un momento dado el niño cae de una ventana. El castillo de la perfección familiar salta por los aires y aquí comienza la operación narrativa de Ashley Audrain.
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La amistad femenina, la complejidad de las relaciones familiares, la intuición de un peligro inminente y de un caos emocional que necesita ser sacado a la luz, todo confluye en un brillante ejercicio de suspense psicológico.
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En esta nueva novela de Dicker no hay que descubrir a ningún asesino. La historia de ‘Un animal salvaje’ no va de asesinatos ni investigadores detrás de una pista que dé con el culpable. Resumir su argumento es muy complicado, entre otras cosas porque la trama es muy compleja.
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Todo comienza con el asalto a una joyería que se realizará en determinado día. Lo importante no es tanto la resolución de un enigma o misterio como el hecho de que todas las piezas vayan encajando a medida que vamos leyendo.
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Al final es muy posible que los lectores terminen muy legítimamente preguntándose cómo ha hecho el autor para que todo terminara cuadrándole y cuadrándonos. El control que ejerce Dicker sobre la trama y la cuadratura del círculo que termina obteniendo es francamente admirable. Y sobre todo muy, muy saludable.
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