Ángela Banzas recrea la historia de un poeta maldito
.
.
.
.
.
.
.
Con su primera novela quería «recoger las historias que me habían contado siempre desde niña, las narraciones orales de familia y vecinos, personas mayores que tienen conocimiento y experiencia únicos. Le di forma cuando fui madre», explica Ángela Banzas, gallega afincada en Madrid, sobre el texto que llegaría a ser ‘El silencio de las olas’. Con la segunda, ‘La conjura de la niebla’, ya voló un poco más lejos de esa tradición de cuentos, leyendas y rumores, pero siguió ambiéntandola en su tierra natal porque «he descubierto que escribir sobre ella tiene un efecto balsámico, que me ayuda a acercarme a casa».
.
Para ‘La sombra de la rosa’, la tercera -publicada también por Suma de letras-, vuelve a Galicia y esta vez introduce un tema que siempre le ha interesado: el de los escritores malditos. «Me despierta fascinación y curiosidad esa figura que habla de una forma de sentir tan excepcional que hace posible que estos autores desciendan al abismo de sus propias sombras al mismo tiempo que nos muestran la luz, el brillo de sus letras».
.
‘La sombra de la rosa’ sigue los pasos de un poeta maldito y ficticio, el gallego Guillermo de Foz, condenado a morir por garrote vil a comienzos del siglo XX por haber matado a una niña. De Foz comparte rasgos con «personas tan interesantes como Edgar Allan Poe, Baudelaire y Hölderlin, me he inspirado mucho en ellas, pero es ficción. Es un posromántico. Y es alguien con una forma de sentir especialmente dañina, muy sensible, que busca en las palabras esas puertas o puentes que lo puedan unir al mundo y a los demás. Este poeta maldito es oscuro, capaz de retratar el mal y tiene facilidad para ver la oscuridad del universo… y también para sacar de ella su luz creadora», describe Banzas.
Un siglo después de la muerte del poeta gallego, alguien empieza a asesinar como se supone que lo hizo aquel. Y la prensa lo denomina el asesino de la rosa. El debate sobre si el genio y la maldad están unidos se abre. La autora lo tiene claro. «Este sí aspira a ser un autor maldito pero en realidad es un psicópata narcisista que recrea crímenes de la Historia de la Literatura. No es un escritor maldito: es un escritor asesino, nada que ver», sentencia.
.
En el trasfondo de la trama, en la que van apareciendo referencias a esos crímenes ligados a las letras aunque solo sea porque los cometieron escritores, hay también una historia colectiva de pérdida de tierras, del origen. Es la que vivieron los habitantes de la isla de Cortegada, que vieron cómo, por deseo o por obligación, los terrenos fueron donados al rey Alfonso XIII para que se construyera un palacio de veraneo.
.
«Prometían trabajo y que la gente no tendría que emigrar como lo estaba haciendo, a lugares tan lejanos como Argentina. Y eso no ocurrió: se decidió por la Magdalena, en Santander, pero las tierras no se devolvieron». Muchas décadas de especulación, ventas, reventas y proyectos más tarde, la isla volvió a ser de los gallegos… en 2007.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.